Las aplicaciones no eléctricas de la energía nuclear pueden aportar soluciones sostenibles a una serie de problemas energéticos que tendrán que afrontar las generaciones presentes y futuras. Existe un interés creciente en todo el mundo por la utilización de la energía nuclear en aplicaciones como la desalación de agua de mar, la producción de hidrógeno, la calefacción urbana y diversas aplicaciones industriales.
Se ha demostrado que la desalación nuclear es una opción viable para atender la creciente demanda de agua potable en el planeta que da esperanza a las regiones de zonas áridas y semiáridas que sufren graves problemas de escasez de agua. Asimismo, la desalación nuclear puede emplearse eficazmente en la gestión hídrica de las centrales nucleares, sobre todo en las regiones que adolecen de escasez de agua, con vista al suministro constante de agua en todas las fases de construcción, explotación y mantenimiento de las centrales nucleares.
El hidrógeno, del cual no hay yacimientos naturales, desempeña un papel clave en muchas aplicaciones industriales y es ampliamente reconocido como fuente de energía ecológica apta para ser utilizada como combustible limpio para el transporte que no contribuye al calentamiento global. Las tecnologías de producción nuclear de hidrógeno ofrecen un gran potencial y varias ventajas con respecto a otras fuentes que podrían tenerse en cuenta para aumentar de manera creciente la participación del hidrógeno en una futura economía energética mundial. Además de reducir los impuestos sobre el carbono, la aportación de electricidad a la producción de hidrógeno está disminuyendo debido a las temperaturas más elevadas que alcanzan los reactores nucleares de alta temperatura. Por añadidura, la generación de electricidad a esas altas temperaturas es mucho más eficiente y, en consecuencia, más económica.